lunes, 3 de mayo de 2010

Estructura de La muerte imparable

Pablo Ordaz arranca La muerte imparable describiendo una situación que está en total concordancia con el título. “Hasta hace 20 minutos tenía 14 años y se llamaba Raúl”. "Hasta hace 20 minutos" había una vida. La muerte acaba de pasar. Nos pone en situación. Despierta nuestro interés, nos emociona, pero no sólo porque puede, porque sea un recurso "fácil", sino porque esa es la esencia de Ciudad Juárez: el centro del reportaje.

Pero empezar con tanta fuerza tiene sus riesgos. El primero: no poder mantener esa tensión a lo largo del artículo. ¿Cómo hace Ordaz para que éste no sea el caso? Administra sus recursos. En lo que refiere a la información, pero, más que nada, a la escritura. Distribuye así tanto hechos y datos duros como formas de abordar los distintos sucesos y testimonios que conforman la historia. Esto responde también a la necesidad del lector de tener momentos para "respirar": no podemos leer ocho carillas seguidas de muerte.

La estructura que eligió Ordaz hace que la lectura sea fácil y entretenida a la vez. Una vez que describe ese hecho puntual, tan representativo de la situación general que después describe, el narrador sigue un poco el orden de los acontecimientos. "Un poco" porque por momentos aprovecha la introducción de nuevos elementos, conforme se suceden las horas, para ahondar más a fondo en estas otras facetas de la cuestión. Para ayudar al lector, Ordaz emplea una suerte de subtítulos -resalta las primeras palabras de algunas oraciones puntuales-. Por lo general, se refieren a una vuelta al hilo conductor del reportaje. Con algún cambio de escenario o fuente.

Los diálogos que describe son muy significativos. No los eligió al azar, eso está claro. Porque, además de erizarnos un poco, ilustran esa aura de muerte que se percibe en Ciudad Juárez:

- ¿Una emboscada de los narcos?
- No. Los militares tenían instalado un control. Les dieron el alto. Los policías no quisieron parar. Los militares abrieron fuego. Los mataron a los dos.

Ya para terminar, el cierre está muy bien elaborado. Porque, siguiendo ese orden lógico y cronológico que se va desarrollando, logra hacer una referencia para nada forzada con el principio. Y así nos da la idea de que el mensaje que transmite es solo uno y está claro. La muerte, en Ciudad Juárez, no se puede parar.

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