viernes, 8 de junio de 2012

Historia de un militante joven

Corría el año 2005. Era el cierre de la campaña municipal de Pedro –Bordaberry, pero el apellido lo agrego por un tecnicismo, porque ni él lo dijo ni yo tuve la necesidad de preguntárselo- y Leonardo Alonso tiraba fuegos artificiales desde el camión que recorría Montevideo desde la Av. Arocena hasta el Centro, donde estaba el local del Partido Colorado. Leo –debería decir Leonardo, pero así no lo conocen todos, él es Leo- se acuerda de la gente, de la adrenalina y de la lluvia, “tremenda lluvia”, dice nostálgico del que fuera el primero de muchos cierres de campaña. Así, “de a poquito, de a poquito”, fue la entrada de Alonso a la arena política.

Dos años más tarde, el 2007 lo encontró inmerso en el revuelo de las primeras elecciones juveniles del partido, cuando el entusiasmo y las ideas comunes unieron al estudiante de Derecho con Nicolás Brause, Lucio Terra y varios jóvenes más que se animaron a conformar la colorada Lista 30. El mismo año se consagraba la agrupación Vamos Uruguay, emblema de Bordaberry y su renovación joven, y la militancia de Alonso iba in crescendo, como acompañando a las circunstancias. Para las presidenciales de 2009, “la 30” se convirtió en 1030 y, con esfuerzo, la agrupación juvenil obtuvo un diputado, el treintañero Juan Manuel Garino. En el 2010 el apoyo fue para Ney Castillo, quien con su lema “Hey, votalo a Ney” quiso ser electo intendente capitalino, puesto que terminó conquistando la comunista Ana Olivera.

Tanto en una contienda como en la otra, Florencia Piquet, novia de Leo desde mayo de 2006, lo recuerda muy activo. “Le encanta todo lo que sea pintar muros, hacer pancartas, hacer timbrazos, actos, caravanas, hacer banderas, hacer remeras, las reuniones y charlas con los asesores de Pedro, con los asesores de Ney”, y Piquet, casi obligada a recuperar el aliento, sigue enumerando, “charlas con gente de diferentes partidos, de diferentes barrios, de diferentes departamentos. Porque a Pedro”, refuerza la joven, “lo sigue a donde vaya”. En esas épocas, termina Florencia, “Leo no se pierde una. Está metido en la campaña al 100 % y cómo la disfruta. Aunque termine agotado…”.

Castillo le cede el micrófono a Alonso en plena campaña por las elecciones municipales de 2010.

Pero de izquierdas y derechas, nada. “No, no. A mí me gustan las personas. No soy tan ideológico”. Tampoco nada de tradiciones familiares. Incluso cuando toda su parentela de parte de madre es blanca. “Todos, todos”. Con un bisabuelo diputado por el Partido Nacional y un tátara abuelo que peleó con Aparicio Saravia –con sus restos en el panteón familiar como constancia-, hay mucha tradición. Pero Leo se la salteó. Tampoco es que se sienta tan diferente a cualquier militante blanco de su edad. De hecho, tiene un buen amigo tras líneas enemigas. Augusto Dell‘ Ava, compañero en la facultad de Derecho de la Universidad de Montevideo y concejal blanco por el CCZ 5 (Punta Carretas), asegura que siempre hacen rancho aparte en los asados de la clase, y pasan horas hablando de política. Están de acuerdo en todo: “Si somos primos hermanos ideológicos”.

¿Por qué colorado, entonces? En el polémico gobierno de Jorge Batlle, Leo casi seguía siendo un chiquilín. Pero el bichito de la política ya le picaba por todos lados. Alumno de The British Schools, muchos de sus amigos tenían padres políticos: “Carli” era el hijo de Carlos Ramela –secretario del entonces presidente-;  Andrés, de José Amorim –ministro de Educación y Cultura en 2004- y “Bondi” (Agustín) era el segundo de los tres hijos del mismísimo Pedro Bordaberry –ministro de Turismo por aquellos días-. Leo los veía, y le gustaba lo que hacían, y se identificó con ellos, y ta. No le dio más vueltas.

Con un entorno tan politizado parecería que no hay tiempo para otra cosa que, valga la redundancia, la política. Pero sí: hay un Leo más allá del militante. Y a ese le gusta la pesca, el campo, la playa, los asados con amigos y el fútbol 5. También, o al menos así se puede leer en su perfil de Twitter, jugar al tejo. Y sí, Twitter. Porque la suya es una militancia muy 2.0. “Sinceramente, no me gusta discutir personalmente. Prefiero evitar las discusiones. Capaz que por escrito me engancho más. Capaz que me siento más confiado escribiendo que hablando”, alega el propietario de una activísima cuenta en la red social del pajarito. El miércoles se podía leer en su tuit número 861: “Como decía Winston Churchill, una democracia es como una cometa, se eleva más alto cuando hay más viento en contra...”.

Pero no solo de política vive el hombre, tampoco en el mundo digital. Así, Leo asegura que no emplea su cuenta solo para hacer activismo político, también la usa para hablar con sus amigos – tuit número 841: “¿¿Salió jugar un horcado??”. Imagen: un ‘amigo’ siendo evidentemente sofocado por su propia bufanda- o para compartir observaciones vitales -tuit número 832: “Tirale un gato... Le arruinas el día…”. Imagen: un paseador de perros rodeado por aproximadamente 17 canes-. Lejos, muy lejos, de los casetes políticos. Porque, después de todo, argumenta: “la política es tan amplia, es la forma de pensar y de ser, que hasta me parece bueno que un político haga estas cosas, porque te muestran como es el loco”.

En esa línea, de escribir más que hablar, Leo creó este 23 de mayo el grupo de Facebook “Uruguayos X + Seguridad”. Con 2.440 miembros más y un alto nivel de participación, el grupo organiza marchas y manifestaciones y sirve de plataforma para debates o meros actos de catarsis colectiva. “La situación se fue de las manos, así no se puede seguir” es lo primero que se lee en la sección de información de la página.

La (falta de) seguridad es una de sus banderas políticas más fuertes. También las deficiencias de la Intendencia de Montevideo –entre ellas la organización del tránsito- o incluso la salud pública; pero la inseguridad, como dice la novia, “le toca de cerca”.

El 30 de octubre de 2011 entraron ladrones a la casa de la familia Alonso Bauer en Carrasco. Los delincuentes se encontraron con Leo y su padre adentro y los maniataron, golpearon y robaron. Tras el violento copamiento, el ambiente del hogar se volvió aún más tenso –la sensación de inseguridad ya se sentía en el barrio y continúa hasta hoy-. No había pasado un mes cuando, en la madrugada del 29 de noviembre, los Alonso se despertaron sintiendo otra vez ruidos en las afueras de su casa. El padre bajó armado y salió al patio, queriendo ver qué sucedía, pero no encontró nada. Escuchó un grito de su esposa y volvió a entrar a la casa donde, totalmente a oscuras, percibió una sombra que se movía y disparó. Cuando encendió la luz se encontró con el cuerpo, ya sin vida, de su hija de 24 años Federica.

Dos días después se llevaba a cabo la marcha por más seguridad organizada por Leo, junto a algunos compañeros del partido, tras el copamiento que había sufrido en octubre. Sobre esos días, Florencia recuerda como “Leo tuvo la fuerza de pararse ante 4 mil personas y dar un discurso. A mí se me caían las lágrimas y tenía una piel de gallina ‘insacable’. Después Leo me dijo que la fuerza no supo de dónde la sacó, se la dio Fede”.

El juez del caso indicó, nueve días después, que el padre había actuado en legítima defensa y "con el convencimiento que su vida y la de su familia se hallaban en peligro". El mismo día se archivó la investigación.

Hoy, como antes, a Leo lo motiva ver que nada cambió, “que [en materia de seguridad] no está pasando nada”. Hoy, como un ciudadano más, solo quiere velar por sus derechos, reclamarlos. Hoy, solo pide qué se pueda vivir mejor.

Leo y Florencia en las elecciones juveniles del Partido Colorado de noviembre 2010.

Leo no es alto ni bajo, flaco, suele ir por la vida con una barba de unos días y el pelo un poco más largo de lo que le gustaría a un padre. Es un “loco medio tímido”, en sus palabras, y sus gestos dicen bastante lo mismo -se mira las manos durante toda la conversación-. Habla pausado, tranquilo y –sí, esta observación es bastante subjetiva- con denotada paz. Es un tipo que sabe lo que quiere: “trabajaré de lo que me haga más feliz [independientemente de los cinco años que le ha dedicado al estudio del Derecho] y pueda mantener una familia”. En diez años Leo quiere estar “casado, con trabajo, y con hijos”. En la política, el tiempo dirá. Hoy tiene 23 años.  

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