viernes, 20 de abril de 2012

Martes*

Parece que el negocio de las tarjetas de crédito ahora está en esta cuestión de los descuentos en las tiendas de ropa. Entre las mujeres que gustan de sacarles jugo -“pero con mesura”, aseguran-, mucho se ha dicho sobre cómo funcionan estas transacciones, quién gana qué y cómo, o si somos todas víctimas de una manipulación publicitaria y, como “víctimas”, terminamos gastando el doble. No interesa. La verdad de la galletita es que “el” día está marcado en la agenda y ni una horda de titanes puede frenar a la determinación femenina -si Ud. vive en Uruguay y se codea con cierta sociedad, ya sabe que “el” día es el martes. Si no lo sabía, considérese mejor persona-.

Yo fui al shopping porque –coloque aquí una excusa poco creativa y hasta inverosímil- y me pasó algo, digamos, “diferente”. Es preciso precisar ahora que, en un país con un mercado tan chico como el nuestro y donde nos tienen acostumbrados a cosas verdaderamente insólitas –solo en Montevideo nos tragamos el verso de que nuestra tierra, de la de todo el universo, no está apta para la construcción de un tren subterráneo-, algunos precios del negocio de la indumentaria femenina responden, de forma literal, a criterios de otro planeta.

Así, algunos martes pasan a ser el día de “la” inversión. “El” pantalón, “la” camisa, “el” vestido, “las” botas… Como sea, se gasta plata. Pero hay billetes y billetes. Ba, en este caso, límites de crédito y límites de crédito.

Estando en la fila de una de estas tiendas que tienen esos precios que de otra forma no tengo forma de desembolsar, en este caso para pagar por “la” pollera, no pude evitar mirar la boleta de la clienta que me precedía.

Total de artículos a pagar: 8 (ocho).
Total de artículos reservados para el martes que viene: 3 (tres)
Total a pagar: más de $20.000 (pesos veinte mil)

Sigo haciendo el cálculo de cuánto se le descontó (el 25 %); y de cuántas horas tendría que escribir para cobrar algo así.

*Los datos de esta columna son totalmente subjetivos. Deles el valor que se merecen.

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